Las abuelas que salvan las escuelas de Corea del Sur
Artículo original
publicado el 10 de septiembre de 2019 en aljazeera.com
Original
por: Jenni Henderson and Mellissa Fung
Traducción por: Lizzy Z.
A medida que la tasa
de natalidad de Corea del Sur disminuye y los jóvenes se mudan a las ciudades,
los estudiantes de mayor edad ayudan a mantener abiertas las escuelas rurales.
Park Go-ee, de 72 años, y Park Kyung-soon, de 65, han regresado a la
escuela primaria y están aprendiendo a leer y escribir después de una vida de
analfabetismo. [Captura de pantalla/Al Jazeera]
En una pequeña aula de una diminuta aldea surcoreana, dos
alumnos de segundo de primaria juegan en el suelo mientras sus compañeros leen
con atención. Es una escena normal, salvo por un detalle: la diferencia de edad
entre ellos es de más de 50 años.
“Aprender las letras coreanas es bueno, así puedo leer lo
que me rodea… Pero todavía no sé cómo manejar los mensajes de texto, todavía
no. Siempre lo olvido”, dice exasperado Park Go-ee, de 72 años. Durante los
últimos dos años, ha asistido a la Escuela Primaria Bangrim, en el norte del
país, junto con sus abuelas Park Kyung-soon, de 65 años, y Jeon Il-ok, de 78.
Ubicada en la provincia montañosa y pobre de Gangwon, la
escuela comenzó a matricular a estudiantes de la tercera edad para evitar su
cierre. En su época dorada, la Escuela Primaria Bangrim contaba con casi 700
alumnos. Hoy, solo quedan 22.
Los pequeños pueblos de Corea del Sur están perdiendo a sus
jóvenes residentes a medida que la tasa de natalidad del país se desploma y las
familias se mudan a las grandes ciudades en busca de trabajo.
“Las abuelas mantienen viva la escuela. Espero que más
abuelas se unan a nosotros”, dice Park Go-ee. Tiene una fuerte conexión con la
escuela. Sus siete hijos se graduaron de la Primaria Bangrim, y ahora su nieta
de 10 años, Jang Seo-hee, cursa cuarto grado al final del pasillo.
En nuestra tradición,
los hombres existen y las mujeres sirven.
Park Go-ee regresó a
la escuela a sus setenta años como parte de un intento por aumentar el número
de estudiantes y salvar la escuela primaria Bangrim del cierre. Es una de las
muchas escuelas en la Corea del Sur rural que luchan contra la disminución de
la población estudiantil. [Captura de pantalla/Al Jazeera]
Todos los días, las abuelas suben
al autobús escolar y entran a la escuela de la mano de sus compañeros más
pequeños. Aprenden un programa de estudios más sencillo, diseñado POR la
escuela especialmente para ellas.
La maestra de segundo grado de
Bangrim, Park Joon-mi, dice que estaba emocionada de saber que asistiría a su
clase, pero le preocupaba cómo enseñaría a sus alumnos mayores. “Claro que son
mucho mayores que yo, pero soy su maestra… Así que, aunque respeto su edad, eso
no me impide disciplinar a las abuelas”, comenta. Enseñar a las abuelas
requiere paciencia, añade, porque aprenden más despacio que sus compañeros más
jóvenes.
Para mujeres mayores como Park
Go-ee y Park Kyung-soon, es su primera oportunidad de recibir educación después
de una vida de analfabetismo.
“En nuestra tradición, los
hombres existen y las mujeres sirven. Los hombres son superiores, las mujeres
son inferiores. Debido a esta tradición, nuestros antepasados se negaron a
enviar a sus hijas a la escuela”, explica Sin Eun-sook, directora de Educación
de Bangrim.
Park Joon-mi, maestra de segundo grado, dice que nunca imaginó que iba
a enseñar a personas mayores cuando llegó a la escuela primaria Bangrim en una
zona rural de Corea del Sur [Al Jazeera/Captura de pantalla]
De niña, Park Go-ee asistió a la escuela solo dos días antes
de regresar a casa y encontrar a su madre roja de tanto llorar. Su abuela la
había regañado por enviar a una niña a la escuela. Después, Park Go-ee fue
enviada a vivir con una tía y, cuando tenía solo 14 años, sus familiares la
casaron. Su esposo murió joven, dejándola sola a cargo de sus siete hijos. Su
incapacidad para leer y escribir la hacía carecer de muchas habilidades básicas
para la vida. "No sabía cuánto tenía en el banco", recuerda.
"Así que, cuando fui a retirar dinero, le pregunté a la cajera: '¿Cuánto
me queda?', y le creí".
En un incidente vergonzoso, envió a su vecino a la oficina
de correos a enviar un paquete de chiles. Él regresó y le contó que todos en la
oficina se rieron a carcajadas al ver cómo había escrito su nombre en la caja. Dijo:
"¿Qué clase de escritura tan tonta fue esa? ¡Deberías haber escrito Park
Go-ee, pero en vez de eso escribiste Pang Cucumber!", dice ella, riendo.
Park Go-ee pasó toda su vida cultivando a pesar de ser analfabeta;
ahora asiste a la escuela y finalmente puede leer cuánto paga la gente por sus
verduras. [Jenni Henderson/Al Jazeera]
Su hijo, Park Jou-yeon, está
orgulloso de los logros de su madre, pero desearía que hubiera otras maneras de
que la escuela siguiera funcionando. "No me gusta que vayan a la escuela
Bangrim para que la escuela sobreviva. Quiero que el objetivo de mi madre al ir
a la escuela sea aprender a escribir y aritmética", explica.
Park Kyung-soon, compañera de
clase de Park Go-ee, también trabajaba en la granja de su familia. Ella dice
que su esposo era muy controlador y le impedía hacer cosas que disfrutaba, como
ir a la iglesia. "Se quejaba diciendo cosas como: '¿Dios te alimenta? Solo
concéntrate en cultivar en la casa” cuenta.
“Hasta los 50 años soñaba con ir
a la escuela con una lonchera... y una mochila a la espalda. Seguía soñando con
ese sueño.” Por Park Kyung-soon, estudiante mayor.
Obtener una educación era otro
sueño al que nunca podía renunciar. Ahora viuda y asistiendo a la escuela con regularidad,
Park Kyung-soon está aprovechando al máximo sus nuevas habilidades. “Lo bueno
es que no tengo que preguntarle al conductor del autobús adónde va. Ahora solo
leo el cartel y sé adónde va. Así que es muy práctico”, dice con orgullo.
Pero estudiar es un trabajo duro
para las abuelas de Bangrim. Todas han considerado dejar los estudios, pero su
entusiasmo por aprender las ha mantenido en clase. Eso y la ira de su maestra. “me
da miedo su reacción si no voy”, admite Park Go-ee.
Manteniendo vivas las escuelas
Las abuelas tienen cuatro años
más antes de graduarse, pero la escuela podría no permanecer abierta tanto
tiempo. Si Bangrim no recluta a más estudiantes en los próximos años, se verá
obligada a cerrar y fusionarse con otra escuela en un pueblo cercano. Muchas
escuelas rurales ya han sucumbido a este destino.
En el pueblo cercano de Yaksu, la
escuela primaria cerró en 2016. Ahora, el edificio se ha convertido en un
centro para residentes mayores con enfermedades como Alzheimer y Parkinson, que
no pueden recibir atención a tiempo completo en su casa. Aquí reciben
fisioterapia en aulas antiguas y caminan por el pasillo de la escuela,
agarrándose a los pasamanos recién instalados.
Mujeres mayores se acuestan para una sesión de fisioterapia en la
"Escuela de Abuelas" de Yaksu; el edificio se convirtió en una
guardería para personas mayores después del cierre de la escuela primaria en
2016 [Jenni Henderson/Al Jazeera]
Se le conoce como la "Escuela de Abuelas", y
existen varias similares en la provincia. "El número de niños ha disminuido
y el de personas mayores está aumentando", afirma la directora del centro,
Kim Mi-young. "Sigo sintiéndome como si esto fuera una escuela. Mi esposo
también se graduó aquí... Mi suegro fue profesor en esta escuela y mis hijos se
graduaron aquí".
Durante el día los cuidamos... y
cuando vuelven a casa por la noche, se quedan con su familia, igual que en la
escuela.
Si la tasa de natalidad de Corea
del Sur sigue bajando y la tendencia de los jóvenes a mudarse a las ciudades
continúa, muchas más localidades rurales podrían tener que depender de las
personas mayores para mantener sus escuelas a flote.
Artículo original en
inglés: https://www.aljazeera.com/features/2019/9/10/the-grandmas-saving-south-koreas-schools
*Este artículo es una
traducción sin ningún intento de plagio.
1 comments
Such a wonderful post. Thank you 😊 so much 💖 for sharing and warm greetings from Montreal, Canada ❤️ 🇨🇦
ResponderBorrarMuchas gracias por comentar :) críticas constructivas son bien recibidas n.n