Convertirse en un niño en Japón
Aprendiendo a través de la curiosidad y la humildad
Artículo original
publicado el 5 de septiembre de 2014 en tofugu.com
Original por: Laguna Levine
Traducción por: Lizzy Z.
Si eres un adulto en
tu país de origen, tienes una idea de quién eres, de cómo te ven los demás y de
cómo actuar de un modo que refleje cómo quieres que te traten.
Sin embargo, al vivir en el
extranjero, en un país cuyo idioma y cultura son desconocidos, uno casi se convierte
en un niño de nuevo. Cosas que antes se podían hacer por sí mismo se vuelven
difíciles. Acciones que antes podían dar indicios sutiles de tu personalidad
pueden interpretarse de maneras muy diferentes. Es difícil expresarse de una
manera que refleje cómo se quiere ser visto. Incluso quienes dominan el idioma
pueden carecer del conocimiento cultural necesario para que ese idioma les
funcione. Y eso es solo el comienzo. A veces, tu propio cuerpo puede no actuar
como estás acostumbrado debido al clima o a una nueva dieta.
En resumen, te conviertes en un
niño de nuevo.
Mientras que algunos se aferran a
su antigua cultura y rechazan la idea de empezar de cero, otros la aceptan y
fomentan su identidad extranjera. Puedes enojarte y hacer rabietas como un niño
de verdad, lo que a veces te ayuda a salirte con la tuya. Sin embargo, todos
queremos ser más maduros, y para madurar en Japón, tienes que convertirte en un
niño.
ACEPTAR QUE ERES UN NIÑO CULTURAL
Fuente: PieterjanVandaele
Ya insinué este artículo antes,
pero seré sincero: odio pedir ayuda o explicaciones. En mi cultura, puede que
pida consejos, pero por lo general, la gente suele acudir a mí. Puedo
interpretar jerga legal compleja, ofrecer ayuda para editar, hacer reparaciones
sencillas en casa o conozco a alguien que puede hacerlo (¡gracias, papá!).
¿En Japón? Me cuesta convencer a
la gente de que solo necesito una bolsa para los souvenirs que estoy comprando.
Me piden que participe en eventos y prácticas culturales que no entiendo. Tengo
que jugar para que mis compañeros de trabajo cooperen. Siento que todos tienen
que enseñarme o explicarme cosas para poder desenvolverme en esta sociedad.
Y esa es la clave para construir
tu yo extranjero: admitir que eres un niño que necesita aprender.
En Japón, sé que parezco un niño,
porque siempre pregunto por qué. ¿Por qué celebramos esta festividad? ¿Por qué
nadie mira a quien esté hablando? ¿Por qué se lee toda la reunión en una hoja
que podemos leer nosotros mismos? A menudo, la gente simplemente dice:
"Así se hace" o, con suerte, "Ay, nunca lo había pensado".
Claramente, pregunto cosas que la mayoría de la gente considera naturales en
este momento de su vida. En este sentido, mi yo extranjero es un niño, y
normalmente me siento cómodo con eso. Sin embargo, hubo un momento en que no fue
así, y me costó mucho vomitar para sentirme cómodo con mi yo extranjero
infantil.
Estaba terriblemente equivocado.
Durante las vacaciones de Año Nuevo, mi estado de salud empeoró. Ya había
estado enfermo en Japón antes, pero por suerte solo un fin de semana o durante
unas vacaciones largas. Normalmente me recuperaba. En Estados Unidos,
enfermarme era fácil de sobrellevar, y con algo leve incluso podía ir a
trabajar. Sin embargo, esta vez, estaba en un país extranjero con vómitos
severos (por ambos lados) en una estación de tren concurrida, sin papel
higiénico ni pañuelos.
Es vergonzoso no tener control
total sobre tu cuerpo cuando eres adulto, y la idea de tener problemas que
solía asociar con la infancia me resultaba profundamente vergonzosa. Tenía una
necesidad muy real de crecer, pero esa profunda vergüenza me había impedido
abordarlo.
DEJANDO IR TU VERGÜENZA
Fuente: Steve Hunt
En algún momento, te enfrentarás
a una decisión: aceptar tu identidad extranjera, admitir que una parte de ella
necesita ayuda para desarrollarse y empezar a trabajar en ella. ¡O! Odiar el
país en el que te encuentras, gritar que la cultura es rara e ignorar que te
perciben de forma diferente por ser extranjero, y entregar esa identidad a las
masas que intentan comprender quién es esta persona extranjera y qué cree que
está haciendo.
Me enfrenté a esta decisión en la
estación de Osaka el 30 de diciembre. Mi japonés me había fallado varias veces
ese día, o la gente se había vuelto tímida conmigo. Tenía un mal día, y
entonces me enfermé. Sin embargo, no llamé a casa ni se lo dije a nadie.
Simplemente tomé una medicina americana y pensé que podría aguantar el resto
del día por mí mismo.
Ahí estaba yo, solo en Osaka con
lo que creía que era solo un dolor de estómago. Repito, soy muy reservado, odio
la atención y odio sentirme vulnerable, pero mi situación se desarrolló
rápidamente de forma muy obvia. Lo que me llevaba 10 minutos caminando cuando
estaba sano, de repente me llevó una hora yendo de baño en baño calle abajo,
intentando vaciarme todo lo posible para, con suerte, simplemente "estar
normal" para el viaje a casa en tren. Subí al primer tren, tomé medicina y
me bajé en la estación de Osaka. Creí que estaba bien. Lo iba a lograr. Iría a
casa a dormir y nadie se enteraría de lo que había pasado. Solo pensarían que
estaba cansado. Y fue entonces cuando me di cuenta de todo de golpe.
Sentí la urgencia, la necesidad
de ir al baño en ese mismo instante. Tuve la suerte de estar a pocos metros de
uno, pero no la de elegir el cubículo adecuado. A pesar de lo lleno que estaba,
el sonido de mi vaciamiento era morbosamente obvio. El terrible eco de los
gritos de auxilio de mi cuerpo (o eso parecía) empezó a ahogar el baño, antes
bullicioso, dejando el lugar en un silencio sepulcral para una estación
concurrida. Al principio me sentí un poco aliviado y pensé que mi calvario
había terminado. Fue entonces cuando me di cuenta de mi error: el cubículo no
tenía papel higiénico.
Los baños en Japón suelen tener
un segundo rollo justo al lado del primero, por si acaso. Ese rollo estaba
vacío. En Tokio, siempre te dan muestras gratis de pañuelos, pero yo había
usado los que había acumulado antes de venir a Osaka para limpiarme la cara de
algunos "incidentes" anteriores. No tenía papel, pero lo necesitaba
urgentemente.
Este era mi momento, y rezo para
que, cuando llegue el tuyo, no sea tan vergonzoso. Después de pasar un día
cuestionando seriamente mi japonés, me di cuenta de que tendría que gritar
pidiendo papel higiénico en ese japonés horrible que me estaba fallando o que
hacía que los japoneses me temieran. Había pensado seriamente en esperar a que
se secara para poder volver cojeando con mis amigos y familiares, avergonzado,
pero no estaba seguro de querer hacerlo de una manera tan patética.
Hay otras ocasiones en las que
puedes experimentar algo similar. Momentos en los que tu yo adulto se ve
desafiado por la forma en que la gente percibe tu yo extranjero
subdesarrollado. Tuve alumnos que me desobedecían abiertamente en clase,
personal que me ignoraba y entraba en pánico en japonés mientras les hablaba en
japonés, o, como ya he dicho, gente que cuestionaba mi japonés, perfectamente
comprensible, porque contradecía su conocimiento cultural de lo que la gente
suele hacer. ¡Caramba!, descubrí que mentir podía ser la mejor (y más
apropiada) salida en ciertas situaciones.
Podría haberme enfadado cada vez
que esto sucedía, incluso cuando tuve que gritar pidiendo papel higiénico y
esperar que los japoneses "tímidos" comprendieran mi dolor. Quizás
incluso hubiera funcionado en algunas ocasiones. Sin embargo, en general, lo
que funcionaba era recordarme a mí mismo que yo era el diferente. Era el
extranjero, el niño, culturalmente hablando, y tenía que aprender la forma
correcta de hacer o decir algo. Eso significaba que tenía que pedir ayuda, y
aunque podía hacerlo en algunas situaciones, seguía siendo algo que odiaba
hacer, sobre todo tratándose de un tema tan personal.
ACEPTAR TU ESTATUS DE NIÑO EXTRANJERO Y APRENDER A ADAPTARSE
Fuente: David
Entonces dejas que suceda. Haces
lo que es súper vergonzoso. Preguntas cómo se dice "condón" en
japonés. Preguntas cómo conseguir que los alumnos te escuchen en clase. Gritas
y pides papel higiénico en una estación de tren abarrotada hasta que, o lo
dices correctamente para que te ayuden, o gritas cuando la persona indicada esté
cerca. No importa. Lo que importa es que pides ayuda. Demuestras que eres
vulnerable y, sobre todo en Japón, recibes ayuda.
En Japón, ser extranjero, incluso
si conoces el idioma y la cultura, te da derecho a pedir ayuda. Los japoneses
hacen lo mismo con su "onegaishimasu".La gente debate sobre si los
japoneses son infantiles, pero no importa. Lo que importa es que, en mi
experiencia, incluso cuando pueda parecer autoritario o racista, los japoneses
quieren ayudar.
Cuando te sientas avergonzado,
haz una pregunta que sepas que es grosera, pero que necesites respuesta. La
lección se te quedará grabada. "Toire peipaa onegaishimasu" te dará
papel higiénico. No lo olvidaré. Denunciar a un estudiante grosero hará que ese
niño sea reprendido. Y, bueno, "sukin" (piel) sin duda puede tener un
significado diferente en japonés, que no olvidaré.
UN NIÑO CURIOSO
Fuente: philHendley
No todas las situaciones de las
que aprendí fueron terribles. Varios de los artículos que he escrito aquí
surgen de mis preguntas, extremadamente groseras, sobre cómo y por qué
funcionan las cosas en Japón. Puedo hacer estas preguntas porque, como un niño
curioso, los japoneses quieren educarme. Aunque reciba información
contradictoria, no pasa nada. Como el adulto que soy en mi propia cultura, sé
que debo analizar mis experiencias y usar lo que me parece más común, más
efectivo y más confiable.
Este artículo no es un conjunto
de reglas inamovibles, sino una guía, un llamado a escuchar y preguntar antes
de juzgar o reaccionar. Hacerlo y aplicarlo a mi vida diaria sin duda me ayuda
no solo a parecer menos un niño, sino también a construir mi imagen adulta en
la sociedad japonesa.
Artículo original en
inglés: https://www.tofugu.com/japan/becoming-a-child-in-japan/
*Este artículo es una
traducción sin ningún intento de plagio.